Daniel Ramos Autó / Escritor, editor y emprendedor

Disfrutar de la vida

El estrés y las prisas de la vida moderna, los múltiples roles que debemos desempeñar a lo largo del día, el bombardeo de estímulos e información que padecemos, etc., hacen que se imponga cada vez con más urgencia la necesidad de detenernos a escuchar el sentido de nuestro pálpito interior. Parar, escuchar, sentir y sentirnos para, entre otras cosas, emplear con mayor eficiencia nuestra energía y redirigirla hacia aquellas personas, actividades y proyectos que dotan nuestra vida de sentido.

Disfrutar de la vida plantea un decálogo de propuestas o líneas de reflexión que nos invitan a reconsiderar nuestra cotidianeidad sobre la base de dotarnos diariamente de aquellos espacios que nos permitan desplegarnos en el mundo con autenticidad y honestidad.


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Disfrutar de la vida es, principalmente, un libro de luz. Es como la llama de una vela, minúscula en sí misma pero capaz sin embargo de generar suficiente iluminación a nuestro alrededor como para recuperar la orientación en medio de la oscuridad de un apagón vital.

Se inspira en la pequeñez de ese fascinante momento en el que redescubrimos el fuego, con el asombro de la mirada del niño que se descubre por primera vez a diferentes edades, cuando las cosas se tornan demasiado complejas, olvidamos el sentido primigenio de lo estimulante y se nos desordena el cajón de las prioridades.

Es un libro recordatorio de lo que fuimos y podemos volver a ser, de lo que olvidamos y debemos mantener presente en la memoria, a modo de esos divertidos imanes que atrapan las notas en la puerta de la nevera en la que conservamos los alimentos del espíritu y las emociones.

Un libro así nos pide presencialidad, tropezarnos con él casi a diario, porque esa y no otra es su tarea y su razón de ser. Y es que disfrutar de la vida nos puede a veces hacer mirar demasiado hacia adelante, entender esa vida como lo que el futuro nos depara. Sin embargo, lo que realmente construye una vida es cada uno de los días que la van llenando. Un día no vivido es un día perdido, un agujero negro en nuestra biografía por el que se escapa lo posible, que es TODO.

Ilusión, estímulos, ganas de crear; una mirada infantil, traviesa y divertida, sin las tensiones de las imposiciones de las sucesivas edades, atrevida y aventurera… Todo ello es un retorno a los orígenes, donde todo era una invitación a ser y a serse, a sentirse, a vivir las cosas como si fuese la primera vez.

Disfrutar de la Vida es un hermoso juego consistente en atreverse a recuperar ese sano ejercicio de enamorarse a diario de la magia del vivir.